¿Qué me habláis de patria, cuando yo solo recuerdo unas palabras llamando a mi madre:
¡ama!, ¡ama!, ¡ama!...
¡Amar!
¿Qué me habláis de identidad nacional, cuando yo no he puesto nunca límites a mi imaginación?
¡Me reclamáis castellano, cuando yo no entiendo las fronteras;
cuando yo no entiendo las tradiciones o, por lo menos,
no todas;
cuando muchos de los héroes de esta nación tienen las manos manchadas de sangre y
mis reyes solo invitan a la conquista y la opresión!
¿Me llamáis castellano?
Me resulta raro hablar de patria, más yo que soy un desarraigado que no se siente parte de ningún
sitio, que camina solo y así siente que es la vida, y así siento que me gusta ser...
¡Bueno!
Esto último no es del todo cierto,
por mi sangre corre un furor que es universal,
que siente el Cosmos como parte propia y que, mientras, en mis pupilas se refleja la imagen de una
galaxia recóndita.
Hoy quiero imaginar como fueron los comunes donde el pueblo tomaba las decisiones,
hoy quiero soñar con una Castilla donde la nobleza, el clero y los caciques abandonen sus
pretensiones de poder y riquezas y compartan, a partes iguales, todo esto con el pueblo...
Me gustaría resignificar el común y no sé por donde empezar, dar alternativas a la trashumancia y al
cordero lechal,
y no sé que queréis de mí:
Yo con mis humildes rastrojeras me muevo veloz,
pero el oprobio de una sociedad “cainita” y despoblada me lleva a la desesperación.
-Richie punk-