Refrán
Cielo e Infierno
se entremezclan
en mi historia
como dos partes de la misma unidad
afanándose por construir
un “Kaos” del que soy cuerpo presente,
unidad indivisible
que contiene en sí misma
a ángeles y a demonios;
a un ángel y un demonio...
Y yo ni siquiera creo
en el Cielo o en el Infierno,
y creo que esa mezcla que hay en mí
no es más que algo que se debe integrar
y que compone a todo ser humano
en partes
que no son más acentuadas
que la simple existencia del ser
en un espejismo
creado a imagen y semejanza
o, más bien, manipulado a imagen y semejanza
de un depredador
que, en su soberbia,
intenta dominar el resto de la existencia
sin preguntarse, quizás,
si a esta le molesta.
El “bien” y el “mal”
parecen conceptos bien definidos
pero:
¿es aceptable salvar una vida en riesgo
con la consciencia de que, después,
cuando sea salvada,
va a liquidar
a cientos o miles de otras vidas?
¿Está mal robar
a alguien que le sobra de todo
y no comparte
cuando tú o tu entorno
se está muriendo de hambre
porque no tiene nada?
o... ¿Acaso es correcto
poner la otra mejilla
ante alguien, con disfraz o sin él,
que por el simple hecho de llegar al poder
y aferrarse a él
pisotea los derechos y libertades
de toda una comunidad
hasta hundirla en la más abominable represión?
Sigue siendo enigmático y paradójico para mí
que un ser, supuestamente inteligente,
se tropiece tantas veces
son un constructo social,
con unos constructos sociales
hechos a la medida de unos pocos
y que no tratan de la misma forma
a todos los miembros de la comunidad...
Es enigmático para mí
el poner siempre la otra mejilla,
es enigmático para mí
ese sentimiento de culpa involuntaria,
es enigmático para mí
el amar siempre al prójimo
aunque te esté maltratando...
¡El pecado original...!
¡Actuad bien porque Dios es Dios...!
Desde luego,
no pretendo ser tolerante y abierto
con aquellas y aquellos
que alimentan el odio por el odio.
No me gustan esas teorías,
ni esas idiosincrasias
que, por el motivo que sea,
hablan o expresan
la superioridad de alguien sobre alguien.
¡Me da igual que bandera enarbolen!
y... ¡Están en todos los sitios!
De esas personas hay en todas partes
y a lo que representan estas personas
sólo se le puede llamar por un nombre:
fascismo.
Lo digo yo...
que perfectamente podría representar
a uno de los últimos eslabones de la cadena
pues tan sólo soy el loco,
el esquizofrénico, el enajenado,
el psicótico, el empastillado,
el sensible, el llorica,
el “también te gustan los tíos ¡no sabes que suerte tienes!”,
el a veces me gustaría ser mujer,
el “punkarra”, el guarro, el judio,
el rata, el cucharacha,
el gafotas, el rarito, el marginado,
el que no tiene tantos recursos...
El que no se da por vencido
porque sueña con un mundo nuevo,
el que se transforma en gato
y corre, y corre, y corre
a contar que a visto ese mundo
al nido de sus amigos los gorriones.
-Richie punk-