[Poema] Carta a la abuelita

Mis pies están húmedos, 
el pantalón roto,
el pecho duro,
el cuerpo frío y la frente sudada.
Las piernas tiemblan,
las orejas se acurrucan a la piel,
las uñas se llenan de tierra,
mi mente se apaga.

Quiero volver a casa,
pero ¿a qué casa volver?
¿a qué cama correr?
¿qué se puede cuidar,
qué se puede añorar,
si todo lo destruyó las garras del capital?

Estoy abandonado en los Andes,
tengo miedo abuelita,
porque cuando las ideas pierden,
hasta el fusil se empequeñece.
¿Dónde estarán mis hermanxs confederadxs?
Espero que sigan peleando,
espero que sigan gritando,
espero que sigan cantando.

¡Ay abuelita!
Tú que me abrazaste
en la más oscura de mis ansiedades.
Tú que me escuchaste
en la más profunda de mis depresiones.
Tú que me limpiaste las lágrimas,
me armaste de rojo y negro,
me pusiste la herramienta en la mano,
calor en el pecho.
Cuida de mis compañerxs,
que ya llega nuestro día.

Tú que recogiste esta escoria humana,
que de las calles adoquinadas me levantaste,
me extendiste la mano,
te atreviste a abrazarme.
Tu mirada fiera, tu sotana rojinegra,
tú que me curaste las heridas,
me hiciste gritar de la rabia,
tú que me esfumaste los gases lacrimógenos,
tú que me dabas piedras para ser lanzadas,
tú que me diste el cuidado sindicalista
y la felicidad libertaria.
Cuida a lxs compañerxs,
que ya llega la utopía.

Se asoma la asamblea,
grita la cooperativa,
están bailando en la mutualista,
siento la alegría.
Pero ya no siento el cuerpo,
solo veo luces y colores,
me estás recibiendo,
pero soy más feliz estando vivo,
pelenado con lxs compañerxs.

A ti abuelita,
que tocaste el techo del mundo,
desde mis Andes hasta tu lejano Tíbet,
no me dejes morir abuelita,
prefiero el calor de la tierra que lo aburrido del cielo,
prefiero la paz de la tierra que ver fachas en el infierno,
pues odio los falsos paraísos,
soy feliz luchando con lxs compañerxs.

Pelearé hasta herederar la tierra,
hasta sonreír con la naturaleza,
todavía no es la hora abuelita,
aún no ha llegado la anarquía.
Pero que quede constancia
que si es bajo tu abrigo abuelita,
estaría dispuesto a dejarme morir
e iría a pelear contra dioses en el cielo,
contra fachas en el infierno.

¡Ay abuelita! Ya tengo más cadáver que cuerpo,
ya no siento ni el espacio ni el tiempo,
pero que sepas abuelita,
que gracias a tu sonrisa,
aquí o en el más allá,
seguiré siendo sindicalista,
seguiré gritando en la mutualista,
seguiré construyendo la anarquía.

¡Salud y Libertad!

Escupido y firmado,

Daniel X.

*Nota: La "abuelita" es Alexandra David Néel, cuya vida, obra y pensamiento ha sostenido mi vida e ideas.